El bruxismo, más comunmente conocido como el hábito de rechinar y apretar los dientes de forma inconsciente y no funcional, puede ser diurno o nocturno y afecta a un importante porcentaje de la población. La toxina botulínica como relajante muscular de larga duración es un tratamiento que realizan para esta afección en Instituto Profesor Sada y que aporta efectivos resultados en el tratamiento del bruxismo, relajando los músculos masticadores afectados.
El desgaste de los dientes es la consecuencia directa del bruxismo. Los efectos adversos pueden llegar a la fractura dental, necesitando incluso reconstrucciones, o también pueden ocasionar la retracción de las encías. Otra de las secuelas de la hiperactividad muscular mantenida es la aparición de la "cara cuadrada".
Los criterios principales para el diagnóstico de bruxismo son el dolor facial o cervical, cefalea, apretamiento, rechinamiento y desgaste dental. Las soluciones más habituales para tratar este problema son las férulas bucodentales, ciertas técnicas fisioterapéuticas y algunos medicamentos.
"Se puede rebajar la fuerza muscular considerablemente, eliminando el dolor y las cefaleas, lo que mejora notablemente la calidad de vida y del sueño del paciente", afirma el doctor Álvaro Sada.En el Instituto Profesor Sada, a estas soluciones contra el bruxismo han sumado otra opción menos convencional pero altamente efectiva: las microinyecciones de toxina botulínica, que actúan provocando un bloqueo de los terminales de un neurotransmisor que se llama acetilcolina. Esto frena la hiperactividad muscular y hace que desaparezca el dolor derivado de ella.
Se recomienda para los casos de bruxismo con hipertrofia muscular, obteniendo notables resultados incluso en los más casos más severos.
La sesión dura unos 20 minutos, sin necesidad de anestesia y el paciente puede continuar todas sus actividades de forma habitual.