La sal y el azúcar no son solo negativos en la salud interior, también afectan a la exterior y en con ello en la piel. La doctora Paula Rosso, especialista en nutrición del Centro Médico Lajo Plaza, cuenta todo lo que hay que saber antes de abusar de estos condimentos en nuestra dieta.
Azúcar y envejecimiento prematuro
El azúcar favorece la inflamación de la piel y puede provocar en algunas personas brotes de acné. La mejoría se constata sólo con dejar de tomar alimentos azucarados.
Se ha comprobado que entre los efectos a largo plazo del consumo de azúcar figuran la aceleración del envejecimiento prematuro y una peor cicatrización de marcas o heridas.
Además, el azúcar se adhiere a las proteínas en la sangre, formando nuevas moléculas, llamadas productos finales de glicación avanzada (GAFs), que dañan el colágeno y la elastina, contribuyendo a la flacidez y la formación de arrugas.
Con respecto a los edulcorantes sus efectos están menos probados, según Paula Rosso, pero se sabe que son más artificiales y que obviamente pueden dañar también la piel. Y en otro casos, provocan un efecto rebote que aumenta el deseo de consumir carbohidratos.
Sal, bolsas, ojeras y caída de cabello
La doctora establece que cinco gramos al día de sal debería ser el límite. Si nos pasamos, nuestro cuerpo va almacenando el sobrante en órganos y tejidos en una proporción de 20 partes de agua por una de sal.
Entonces hay una retención de líquidos en el cuerpo y lo que conocemos como edemas, que lo único que son es sal y agua almacenada que no consiguen eliminar el riñón ni la piel.
El exceso de sal puede provocar caída capilar ya que deshidrata el cuero cabelludo y la piel se vuelve más seca y con las arrugas más marcadas. En el contorno de ojos, favorece las ojeras y bolsas provocadas por el edema.