Se estima que el 0,6% de los españoles padecerán una urticaria crónica, enfermedad muy limitante que altera en gran medida la calidad de vida de quienes la sufren, dada la sensación de gravedad e imprevisibilidad de sus episodios.

Se trata de una afección caracterizada por la aparición brusca de habones, angioedema o ambos, y se clasifica en función de la duración del proceso en aguda (menos de seis semanas) y crónica (más de seis semanas). También se produce un picor intenso y un enrojecimiento e inflamación de la piel, puede interferir el sueño y tiene manifestaciones cutáneas que los demás aprecian y tienden a aparecer durante semanas, meses o años.

Algunas de las causas comunes de la urticaria son el estrés, la acumulación de fármacos o una infección. Pese a que, según la AEDV, en el 70% de los pacientes se resuelve en menos de 1 año, en el resto puede durar más tiempo. De hecho, en el 11-14% puede durar más de cinco años.

Los estudios observacionales internacionales (ASSURE) que incluyen datos de España indican que la demora en el diagnóstico y manejo adecuado de la enfermedad es actualmente de 24 meses, con lo que se generan retrasos en la implementación de un tratamiento eficaz.

Se estima que el 20% de la población sufre un episodio de urticaria aguda al menos una vez en la vida. Y en España el 0,6% de la población padecerá una urticaria crónica.

Aunque la mayoría de pacientes y médicos cree que esta enfermedad es de naturaleza alérgica, la urticaria es de origen desconocido en la mayoría de los casos, así que es desaconsejable la realización indiscriminada de pruebas diagnósticas con el fin de establecer una causa.

En los últimos años se avanzado mucho en su tratamiento, con nuevas estrategias terapéuticas basadas en los fármacos existentes y nuevos tratamientos que permiten controlar de forma más adecuada esta enfermedad, así como protocolos de actuación muy eficaces, nacidos de la colaboración entre dermatólogos, atención primaria y urgencias.









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