Desde pequeños nos han inculcado que una buena higiene bucal es básica para una perfecta salud dental en el futuro. Uno de los elementos que tenemos para una mejor limpieza bucal es el flúor, entre cuyos beneficios más conocidos se halla el de evitar la caries y el crecimiento de bacterias que producen el sarro. También nos ayuda a combatir enfermedades como la osteoporosis y a solidificar los huesos en combinación con el calcio y la vitamina D.
Sin embargo, un consumo excesivo de flúor durante el desarrollo de los dientes (desde que nacen hasta los ocho años aproximadamente), nos puede provocar fluorosis crónica. La fluorosis dental consiste en la aparición de unas manchas en los dientes que pueden ir desde un color blanquecino hasta manchas de color marrón que conllevan la destrucción del esmalte del diente. El esmalte así dañado aparece rugoso y es muy difícil de limpiar.
Durante la etapa formativa del desarrollo dental, los ameloblastos (células encargadas de la formación del esmalte dental), sufren una alteración debido a la fluorosis. Esta alteración afecta a la formación de la matriz del esmalte y a su calcificación.
Nuestro consumo principal de flúor es a través de la pasta de dientes, siendo la dosis recomendada entre 0,05 y 0,07 mg por kg de peso corporal. Pero hay otras formas de tomar flúor. Podemos ingerir fluoruros a través del agua potable, del alimento, de productos para aclaraciones de boca, de la sal con fluoruro, etc…
Así como en los alimentos la cantidad de flúor no es excesiva, en el tema del agua, por su ingestión continuada, sí puede serlo. A modo de curiosidad, decir que el alimento con mayor contenido en flúor es el té, seguido del pescado, los mariscos, el pollo y algunas verduras como la lechuga o las espinacas.
El agua como fuente de flúor
En los años 50 se empezó a fluorar el agua potable. Años después, estudios científicos empezaron a encontrar un paralelismo entre el agua fluorada y el crecimiento de casos de fluorosis. Se investigó a fondo el flúor y se llegó a la conclusión de que su exceso era perjudicial para la salud. Países como Suiza dejaron de fluorar sus aguas y otros países retiraron los productos enriquecidos con flúor.
Para que un niño pueda presentar fluorosis, debe consumir habitualmente agua con exceso de flúor (más de 1,5 mg/l) durante los años en que se desarrollan los dientes. En el mercado disponemos de muchas marcas de agua, y unas cuantas poseen fluoruros, aunque en cantidades pequeñas. Aún así, siempre es recomendable consumir agua sin fluoruros.
A continuación mostramos el contenido de flúor de algunas marcas de agua embotellada:
En España, un consumidor que bebiera una botella de 1,5 litros de agua diaria con una concentración de 0,5 mg/l de flúor, estaría ingiriendo 0,75 mg/l de flúor diarios, con lo que estaría dentro de los parámetros normales.
El agua corriente (del grifo) suele llevar fluoruros agregados artificialmente. Los agentes que vigilan para garantizar la calidad de esta agua son el Ministerio de Sanidad y Consumo, la Agencia de Salud Pública, el Departamento de Salud de cada comunidad y los responsables de cada municipio. Los análisis de agua son constantes y, a veces (aunque raramente), se detecta una cantidad mayor de flúor de lo permitido. En estas ocasiones, se informa a la población de que no se consuma agua hasta nuevo aviso.
Prevención de la fluorosis
Para prevenir la fluorosis, debemos evitar que el niño consuma agua con alta concentración de flúor y otros productos enriquecidos con flúor. También es aconsejable seguir ciertas pautas a la hora de que el niño se lave la boca, como serían poner una cantidad mínima de pasta dentrífica en el cepillo, que se enjuague bien la boca escupiendo todo el líquido, y que no se coman la pasta de dientes por su sabor agradable.
Es muy importante recalcar la importancia del flúor para prevenir la caries. Por eso no debemos eliminar el flúor de nuestras vidas, sino consumir siempre la dosis diaria adecuada.
Síntomas de fluorosis
En una fluorosis dental leve, sus síntomas son casi inapreciables. Suelen aparecer leves estrías o líneas a través del diente.
En una fluorosis moderada, los dientes tienen manchas blancas opacas. En una severa, las manchas marrones son muy evidentes y el esmalte es quebradizo.
Hay que ser conscientes de que, una vez que el flúor forma parte del esmalte, no se puede retirar, sólo minimizarlo con tratamientos estéticos y bucodentales, como puede ser el blanqueamiento por peróxido de hidrógeno o tratamientos de prótesis a través de fundas o coronas.