La adicción a la Medicina Estética es una realidad. Como ya pasara y sucede con algunos trastornos de la mente, caso de la vigorexia, que lleva a los entrenamientos extremos porque a ojos del deportista nunca hay ni existe el suficiente músculo, con un porcentaje, no elevado, por suerte hasta el momento, de pacientes de la Medicina Estética, ocurre lo mismo. La satisfacción nunca se produce, lo que les lleva a deformar su sentido de la realidad y 'deformar' su imagen en el espejo, no conformándose nunca con un solo tratamiento, sino demandando continuadas intervenciones, innecesarias por otra parte, que a pesar de todo, nunca consiguen hacerles sentir satisfechos.

Dismorfobia y Cosmeticorexia

Dos de las alteraciones más comunes hoy en día son la dismorfobia y la cosmeticorexia, ya reconocidas.

La dismorfobia o Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) es el conocido Síndrome de Distorsión de la Imagen". Un trastorno de la percepción corporal que consiste en la preocupación exagerada por un defecto físico que no existe o una valoración desproporcionada de alguna anomalía física. Normalmente, este problema lo sufren personas muy temerosas respecto de la opinión que terceros puedan tener sobre su físico.
Es tal su distorsión de la realidad que pueden llegar a verse como monstruos o con muchos defectos. Esta percepción de sí mismos hace que sean inseguros e infelices y recurran a la cirugía y la medicina estética como única forma de salir de esa situación.

La dismorfobia es un trastorno de la percepción corporal que consiste en la preocupación exagerada por un defecto físico que no existe o una valoración desproporcionada de alguna anomalía física.

Por su parte, la cosmeticorexia es un concepto que escapa en cierto modo del ámbito exclusivo de la medicina, pero sí está relacionado con la belleza. Se trata, básicamente, de la adicción a las cremas, que hace que las personas acumulen botes y botes ante el miedo de quedarse sin ellas. Comportamiento conductual que deriva en un trastorno donde prima y domina en el comportamiento el miedo a envejecer.

El bótox, el rey de las intervenciones estéticas, está entre los tratamientos que más dependencia producen. Todos sabemos que para mantener sus resultados en el tiempo hay que inyectarlo de nuevo pasado un tiempo, generando una adicción en muchas personas, que ya no son capaces de sentirse felices sin bótox o que recurren al mismo en cortos espacios de tiempo sin ser todavía necesario.

Prevención y psicología

Por eso, y tal y como los profesionales y desde Beautymed hemos expresado en múltiples ocasiones y en multitud de artículos, los médicos deben valorar muy bien el perfil psicológico de sus pacientes. Pero, sobre todo, tener especial cuidado con los que acuden al poco tiempo de haberse realizado un retoque pidiendo más y más.

Para combatir alteraciones como la Dismorfobia y la Cosmeticorexia, la terapia es la forma de vencerlas. Porque el bisturí no es la herramienta para la autorrealización personal, ésta se consigue no sólo a través de la belleza.









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